“¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera”.
MATEO 11:28-29
A menudo, el mundo está frenético. Despertamos al sonido de la alarma con urgencia y corremos de una actividad a otra.
Interrumpir nuestras ocupadas agendas puede parecer insostenible, nos preocupa retrasarnos. El mundo nos pide a gritos más y más trabajo.
En cambio, las Escrituras nos alientan a hacer una pausa y volver a Dios.
En un mundo que se mueve a un ritmo tan insostenible, ¿cómo podemos encontrar descanso?
Encuentra tu porqué.
Dios nos creó para un trabajo con propósito. Pero hay una diferencia entre hacer un trabajo significativo y dejar que este se convierta en tu identidad. En el momento que cruzamos esa línea, estamos atrapados en un cículo vicioso.
Tomar un tiempo para descansar es el extremo opuesto de lo que el mundo nos pide.
Pero es lo que Dios constantemente nos instruye a hacer en la Biblia.
Desde el comienzo, Dios nos señaló el descanso y nos mandó a hacerlo parte de nuestro ritmo semanal.
Quizás reconozcas que necesitas descansar porque notas algo en tu vida que se está volviendo más importante que Dios. Quizás sea para priorizar tu salud mental. O, simplemente estés exhausto.
Sea lo que sea, encontrar una visión clara del porqué descansar es importante para ti.
Agéndalo.
El tiempo es uno de nuestros recursos más valiosos.
Si no agendamos el descanso con anticipación, es probable que otra cosa consuma ese recurso.
Una de las formas más simples de encontrar descanso es planificar cuándo vas a hacerlo. Intenta agendarlo y considera comunicárselo a tus familiares y amigos.
Ya sean 20 minutos o 24 horas, el descanso hace lugar para apreciar y experimentar las cosas para las que Dios te creó.
Date algo para esperar.
Cuando retrocedes y reduces la velocidad para acercarte a Dios, puede que se sienta incómodo o inquietante.
Eso, probablemente, signifique que lo estás haciendo bien.
Cuando descansamos, la tentación de volver al ajetreo es aun mayor. Pero el verdadero descanso no siempre es hacer nada.
Cuando programes un tiempo para descansar, planea hacer algo que te produzca gozo o paz.
Puede ser pasar tiempo apreciando la creación de Dios o desarrollando un pasatiempo que Dios te ha mostrado.
No lo hagas solo.
Dios nos creó para estar en comunidad. Estamos conectados por relaciones, las cuales pueden ser una de las formas más tangible de experimentar la presencia de Dios.
Encontrar un ritmo de descanso no es algo que tengas que hacer solo. Piensa en formas en las que pueda descansar junto tus familiares o amigos.
Descansar juntos puede ayudar a mantenerte responsable cuando el mundo trate de llevarte al trabajo y la actividad.
Sé implacable.
Practicar el descanso es una disciplina espiritual. Y, como toda disciplina, requiere determinación y autocontrol.
Cuando elegimos no depender de nuestras propias fuerzas y permitimos que Jesús se haga cargo, rendimos nuestra vergüenza, esfuerzo y expectativas. A cambio, experimentamos la perfecta paz de Dios.
El descanso nos ayuda a disfrutar de la presencia de Dios y realínea nuestras prioridades.
El descanso nos permite confiar en que Dios está trabajando aun cuando nosotros no lo hacemos.
El descanso es cuando confiamos en nuestro Salvador lo suficiente como para decir “basta”.
¿Quieres detenerte en la presencia de Dios ahora mismo?
Abre Oración Guiada
Compartir en Facebook
Compartir por correo electrónico