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Jesús apartó la semana antes de Su crucifixión para recordar a Sus discípulos que la muerte no vencería y que Su Reino no tendría fin. Pero como no entendieron lo que vendría, tampoco se dieron cuenta que Él les estaba diciendo “Te amo” y “Adiós.”
Hoy, la Semana Santa es un recordatorio de que Dios no ha terminado. Porque incluso en esos momentos cuando nuestras expectativas se desmoronan, la esperanza sigue llegando. Dios no ha terminado.
Empezando el Domingo de Ramos reflexiona sobre la vida que tienes gracias al sacrificio de Jesús completando un Plan de Pascua. (Y, cuando lo completes también obtendrás la insignia Desafío de Pascua)
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