¿Cuál es tu posesión más preciada? No es malo tener cosas o disfrutar de ellas. El problema surge cuando ellas nos dominan.
Afortunadamente, Dios mostró una manera diferente de vivir cuando sacrificó Su mayor tesoro por nosotros. Su generosidad es sacrificial y contracultural.
Cuando damos como Dios lo hace, lo honramos al dar, y nos acerca más a Él. Esto hace que dejemos de mirarnos a nosotros mismos y empecemos a mirar a los demás. Cuanto más nos acercamos a Dios, más nuestras prioridades y valores empiezan a reflejar los Suyos.
Entonces, ¿cómo vives generosamente? Empieza pidiéndole a Dios que te dé una mentalidad generosa. Si no estás seguro de cómo hacerlo, intenta orando con esta oración.
Dios,
Gracias por mostrarme cómo es la generosidad. Confieso que a veces es fácil para mí enfocarme en cosas no muy importantes. Pero hoy me entrego a Tu voluntad, confiando en Ti por completo. Cambia mi forma de pensar y dame un corazón generoso. Hazme consciente de los recursos que tengo y cómo los puedo usar para servir a los demás. Ayúdame a vivir una vida que bendiga a otros, así como Tú me has bendecido ricamente.
En el nombre de Jesús,
Amén.
Cuando te rindes a Dios viviendo con generosidad, esto cambia vidas.
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