Puede ser fácil creer que el amor que promueve nuestra cultura es lo que parece el amor verdadero.
Pero este amor a menudo puede hacernos sentir que no importa lo que hagamos o cuánto lo intentemos, nunca seremos suficientes.
Con el amor de Dios, no tenemos que hacer nada para ganárnoslo: Él nos lo da gratuitamente.
Y porque hemos experimentado Su amor incondicional, cambia la forma en que amamos a otros.
Permite que el amor de Dios transforme tus relaciones leyendo las Escrituras diariamente con las personas en tu vida.
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Cuando experimentamos el amor de Dios, Él nos llama a compartirlo con el mundo.
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