“Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero.”
Romanos 7:18-19
Piensa en una decisión que tomaste hace poco y que no honró a Dios. Tal vez en el momento, la decisión pareció divertida, o tal vez no supiste decir “no”, o tal vez solo te sentías estancado o cansado y no viste otra alternativa. Todos hemos hecho cosas que nos agobian y nos hacen preguntarnos: “¿Por qué parece que hago lo que yo sé que está mal?”
El mundo nos anima a “seguir nuestro corazón”, pero nuestros sentimientos pueden llevarnos a hacer cosas que no se alinean con la voluntad de Dios. Pero con la ayuda, de Dios podemos romper los ciclos que causan nuestras malas decisiones.
¿Qué es el pecado?
Cuando Adán y Eva decidieron buscar algo “bueno” sin Dios, su decisión permitió que el mal entrara en el mundo. En las Escrituras, pecado se usa para describir acciones que fallan en el objetivo que Dios nos ha dicho que apuntemos: vivir una vida centrada en amar a Dios y a los demás.
Si bien hay acciones universales que deshonran a Dios, pequeños actos de desobediencia también nos alejan de Él. El apóstol Santiago escribió que “es pecado saber qué es lo correcto y no hacerlo.”
En otras palabras, si sabes lo que Dios te pide que hagas y aun así decides desobedecerlo, entonces estás socavando la autoridad de Dios en tu vida. El pecado nos atrae porque es auto gratificante, pero termina en separación eterna de Dios y de los demás.
¿Cómo cambiamos?
Cuando aún éramos pecadores, Jesús vino y murió por nosotros. Su sacrificio voluntario y su separación de Dios nos llevó a la reconciliación con Él. Y nada de esto porque lo merezcamos, sino porque Dios siempre lo deseó. Él quiere ayudarnos a cambiar porque sabe que en nuestras fuerzas no podemos vencer el pecado.
Si no conoces a Jesús, el primer paso que puedes dar para vencer el pecado es invitarlo a transformar tu vida.
Pero si ya perteneces a Jesús, Él te ha dado la gracia, la fuerza y el perdón que necesitas para vivir una vida que Lo honre. Entonces, cuando estes tomando decisiones que luego puedes lamentar, aquí tienes unos pasos prácticos que puedes seguir:
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Sigue acercándote a Dios cada día.
Cuanto más tiempo pases con Dios, más querrás honrarlo y hacer Su voluntad, y además hace el pecado menos atractivo. Con el tiempo, Dios transformará tu mente y cambiará tu manera de pensar.
Trata de pasar 15 minutos con Dios cada día en esta semana y mira qué pasa cuando lo haces. Oración es un buen punto de partida.
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Conéctate a la comunidad.
No fuimos creados para vivir solos, fuimos hechos para edificarnos unos a otros. Las personas que te rodean influirán en tus decisiones. Considera pedirle a algunas personas que conoces y admiras, ya sea en línea o en persona, que se acerquen a Dios contigo.
Intenta iniciar un Plan con Amigos.
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Pide al Señor que examine tu corazón.
Solo cambiamos cuando permitimos que Dios nos cambie. Guarda la siguiente oración en tu app de YouVersion y, cada día, pídele a Dios que te transforme:
Señor,
Yo no quiero tener parte en malos hábitos o malas decisiones que no conducen a una vida abundante. Por favor Examíname y conoce mi corazón. Pon a prueba mis pensamientos de ansiedad. Déjame ver todas las cosas que en mí te ofenden y guíame por el camino de la vida eterna. Renueva mi mente para saber cuál es Tu voluntad y caminar en ella. Aquí estoy, Señor. Entrego mi corazón, soy Tuyo.
En el nombre de Jesús,
Amén.
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